La tendencia actual en muchos países es «reeditar» su historia. Próceres destacados, anteriormente reconocidos y honrados por sus luchas incansables para lograr la independencia de sus pueblos, son ahora reprobados al darse a conocer ciertos aspectos oscuros de sus conductas y prácticas. La buena reputación de muchos ha sido manchada por revelaciones irrefutables. Aun así, no dejan de ser héroes.
La Biblia está llena de personajes imperfectos que se convirtieron en verdaderos héroes. Pero no debemos perder de vista la fuente que generó sus actos heroicos. Su fe estaba en Dios, quien decidió utilizar seres humanos imperfectos para llevar a cabo propósitos extraordinarios.
Entre esos héroes, sobresale Moisés. Tendemos a olvidar que fue un homicida y un líder reticente, quien incluso despotricó contra Dios: «¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?» (Números 11:11-12).
¡Moisés sí que era humano! Aun así, Hebreos afirma: «Como siervo, Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, para dar testimonio de lo que se iba a decir» (Hebreos 3:5 rvc).
Solo hay un héroe que nunca decepciona: «A Jesús se le ha concedido más honor que a Moisés» (v. 3 rvc).