Lo primero que a muchos les gusta citar cuando enfrentan dificultades es: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). Pero no es fácil creerlo en momentos complicados. Una vez, me senté a hablar con un hombre que había perdido tres hijos, una tras otro, y lo escuché lamentarse: «¿Cómo puede ser para mi bien semejante tragedia?». No supe qué contestar, pero permanecí a su lado, en silencio y acompañándolo en su dolor. Varios meses después, él estaba agradecido, mientras afirmaba: «Mi tristeza está acercándome a Dios».

Incontables testimonios avalan la verdad de estos versículos. La historia de Fanny Crosby, la escritora de himnos, es un ejemplo clásico: quedó ciega a los cinco años. A los ocho, ya escribía poesías y canciones. Con sus más de 8.000 obras, ha bendecido al mundo entero con títulos como Salvo en los fuertes brazos y Salvador, a ti acudo.

Es difícil entender qué hay de bueno en las tragedias que enfrentamos, y no siempre lo veremos en esta vida, pero Dios tiene sus propósitos y nunca nos abandona.