Cuando nuestros hijos eran jóvenes, fuimos a visitar a mis abuelos. Donde ellos vivían, el televisor no tenía muy buena recepción, pero, para ellos, no era una cuestión muy importante. Después de ver a mi hijo manipulando el aparato durante un tiempo, me preguntó frustrado: «¿Qué se hace cuando se ve un solo canal y no te gusta lo que están transmitiendo?».
«Lo apagas», dije con una sonrisa, lo cual no fue exactamente el consejo que él esperaba. Tampoco es la respuesta que se espera hoy; en especial, con tantos artefactos que nos entretienen, informan y distraen.
A veces, necesitamos apagar todo y descansar la mente un rato. Simplemente, nos hace falta «desenchufarnos». Jesús solía apartarse durante un tiempo; en especial, cuando quería dedicarse a orar (Mateo 14:13). También instaba a los discípulos a hacer lo mismo, aunque fuera solo un rato (Marcos 6:31). Esta clase de soledad y de tiempo para reflexionar es beneficioso para todos. Es entonces cuando podemos acercarnos a Dios.
Sigue la sabiduría y el ejemplo de Cristo: apártate y descansa un poco. Será bueno para tu cuerpo, mente y espíritu.