Mi hija y yo consideramos que los brownies son una de las siete maravillas del mundo culinario. Un día, mientras mezclábamos los ingredientes de nuestra receta favorita, mi hija me preguntó si podía dejar un poco de masa en el bol después de colocarla en el molde para hornear. Ella quería saborear lo que quedaba. Sonreí y le dije que sí. Después, agregué: «¿Sabes cómo se llama eso? Recoger y juntar. Y esto no comenzó con los brownies».
Mientras disfrutábamos los restos de nuestro proyecto de cocina, le expliqué que Rut había recogido las sobras de los granos, para que ella y su suegra Noemí tuvieran qué comer (Rut 2:2-3). Como ambas eran viudas, habían regresado a la tierra de Noemí. Allí, Rut conoció a Booz, un acaudalado terrateniente, y le pidió: «Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas» (v. 7). Él accedió generosamente y les dijo a sus empleados que dejaran caer granos a propósito para ella (v. 16).
Tal como Booz, quien dio a Rut de la abundancia de sus campos, Dios también nos provee generosamente. Sus recursos son infinitos, y derrama sus bendiciones para nuestro beneficio. Con generosidad, nos alimenta, tanto física como espiritualmente. Toda buena dádiva proviene de Él.