En esta época del año, voy siempre al médico para hacerme un chequeo físico. Aunque me siento bien y tengo buena salud, sé que estos chequeos de rutina son importantes porque pueden revelar problemas que, si no se descubren, pueden convertirse en enfermedades graves. Sé que permitir que mi médico encuentre y solucione esos problemas puede prolongar mi bienestar.


Sin duda, el salmista sentía lo mismo en la esfera espiritual; por eso, oró al Señor: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; […] y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23-24). Hizo una pausa para darle al Señor la oportunidad de examinarlo a pleno y sin condiciones, y, luego, se sometió a sus rectos caminos, los cuales lo mantendrían espiritualmente saludable.


Por esta razón, aunque te sientas bien contigo mismo, ¡es hora de que te hagas un chequeo! Solo Dios conoce la verdadera condición del corazón, y únicamente Él puede perdonarnos, sanarnos y guiarnos para que tengamos una vida limpia y un futuro productivo.