Cuando estaba aprendiendo a navegar, tenía que caminar por una plataforma flotante bastante inestable para llegar hasta los botes en los que nos enseñaban. Detestaba hacerlo. Mi equilibrio no es muy bueno, y tenía terror de caer al agua mientras intentaba subir al bote. Estuve a punto de abandonar, pero el instructor me dijo: «Mírame fijo. Yo estoy acá. Si resbalas, yo te sostendré». Hice lo que me dijo y, ahora, ¡soy la orgullosa poseedora de un certificado de navegación básica!

¿Evitas a toda costa los riesgos? Muchos rehusamos dejar nuestras costumbres por temor a fracasar, lastimarnos o hacer el ridículo. Pero, si permitimos que el miedo nos enceguezca, terminaremos paralizados.

La historia de la caminata de Pedro sobre el agua y la razón de su aparente fracaso es una de las preferidas de los predicadores (Mateo 14:22-33), pero me parece que nunca escuché a ninguno que hablara de la actitud del resto de los discípulos. Para mí, Pedro tuvo éxito: sintió miedo, pero, aun así, respondió al llamado de Jesús. Tal vez los que fracasaron fueron aquellos que nunca lo intentaron.

Jesucristo arriesgó todo por nosotros. ¿Qué estamos dispuestos a arriesgar por Él?