Laura cargó una cabra y una oveja prestadas en un camión para llevarlas a la iglesia al ensayo de una obra en vivo de Navidad. Los animales se pelearon y se acosaron por un rato, y, después, se calmaron. Laura partió para la iglesia, pero tuvo que detenerse a cargar combustible.
Mientras estaba allí, ¡vio que la cabra estaba parada en el área de estacionamiento… y que la oveja había desaparecido! En medio del lío para subirlas, había olvidado trabar una de las cerraduras. Llamó a la policía y a algunos amigos, los cuales buscaron desesperadamente por todas partes hasta que oscureció. Muchos oraban para que encontrara los animales prestados.
Al día siguiente, salieron a poner carteles que decían: «Se perdió una oveja». Fueron a la gasolinera y, allí, un cliente que escuchó lo que hablaban dijo: «¡Me parece que sé dónde está!». Un vecino suyo la había visto en su granja y la metió en el corral, para que pasara la noche.
Al Señor le interesan las ovejas perdidas, incluidos tú y yo. Jesús vino del cielo a la Tierra para mostrarnos su amor y salvarnos (Juan 3:16), y no escatima esfuerzos para encontrarnos (Lucas 19:10).
Cuando Laura encontró la oveja, la llamó Milagros. Para nosotros, la salvación en Dios es un milagro de su gracia.