Cocinar puede convertirse en una tarea tediosa cuando lo hago tres veces por día y semana tras semana. Me canso de pelar, cortar, trozar, mezclar y esperar que la comida se hornee, se ase o hierva. No obstante, ¡comer nunca es tedioso! En realidad, es algo que disfrutamos, aunque lo hagamos día tras día.
Pablo usó la ilustración de sembrar y cosechar porque sabía que esa actividad podía ser agotadora (Gálatas 6:7-10). Escribió: «No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (v. 9). Es difícil amar a nuestros enemigos, disciplinar a nuestros hijos u orar sin cesar. Sin embargo, ¡cosechar lo bueno que hemos sembrado no es tedioso! Qué gozo nos da cuando vemos que el amor triunfa sobre el conflicto, que los hijos siguen los caminos del Señor o que las oraciones son respondidas.
Aunque el proceso de cocinar puede llevar horas, mi familia suele terminar de comer en 20 minutos o menos. No obstante, la cosecha de la que habla Pablo será eterna. En tanto tengamos oportunidad, hagamos lo bueno y esperemos las bendiciones de Dios a su tiempo. No te desanimes mientras obedeces al Señor. Recuerda que el gozo está garantizado para aun después de que dejes este mundo.