Durante una reunión en la iglesia, divisé a un bebé varios asientos más adelante. Mientras espiaba por encima del hombro de su padre, miraba maravillado y con los ojos bien abiertos a los miembros de la congregación. Les sonreía a algunos, babeaba y se chupaba los deditos regordetes, pero nunca encontraba su pulgar. Las palabras del pastor se alejaban cada vez más de mí mientras mis ojos seguían desviándose hacia aquel dulce bebé.

Las distracciones vienen en todas formas y tamaños. Para Marta, se presentaba como cocinar y limpiar; tratando de servir a Cristo en vez de escucharlo y hablar con Él. María rehusó distraerse: «sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra» (Lucas 10:39). Cuando Marta se quejó porque María no la ayudaba, Jesús afirmó: «María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada» (v. 42).

Las palabras de Jesús nos recuerdan que nuestra relación con Él es más importante que cualquier cosa buena que pueda captar temporariamente nuestra atención. Se ha dicho que las cosas buenas son enemigas de las mejores. Para los seguidores de Cristo, lo mejor en esta vida es conocer al Señor y caminar con Él.