Un día, cuando dejé a mi esposo en la estación de ferrocarril local, observé al conductor que miraba para ver si había algún rezagado. Una mujer con el cabello mojado salió corriendo del estacionamiento y se subió al tren. Después, un hombre con traje oscuro corrió hacia la plataforma y entró en un vagón. El conductor esperaba pacientemente mientras varias personas más llegaban a último momento y subían.
Tal como el conductor fue paciente con los que abordaban el tren, así espera Dios que las personas lo conozcan a Él. No obstante, Jesús volverá un día y «los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos» (2 Pedro 3:10). Cuando esto suceda, o cuando nuestro cuerpo físico muera, será demasiado tarde para tener una relación con Dios.
Pedro señala que «el Señor […] es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (v. 9). Si has retrasado tu decisión de seguir a Cristo, hay una buena noticia: todavía puedes aceptarlo como tu Salvador. «Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10:9). Él está llamándote. ¿Irás a su encuentro?