La tecnología es una bendición en varios aspectos. ¿Necesitas información sobre un problema de salud? Solamente entra en Internet, y allí encontrarás de inmediato una lista para guiarte en tu búsqueda. ¿Tienes que comunicarte con un amigo? Envías un mensaje de texto, un correo electrónico o una nota en Facebook. No obstante, a veces puede ser frustrante. El otro día, tenía que acceder a información en mi cuenta bancaria, y tuve que responder una serie de preguntas. Como no las recordaba bien, bloquearon la cuenta. Piensa también cuando se interrumpe una conversación importante porque se termina la batería del teléfono, y no puedes volver a conectarte hasta encontrar una toma de corriente para recargarla.
Todo esto hace que me deleite en que, cuando preciso acceder a Dios en oración, no se necesitan preguntas de seguridad ni baterías. Me encanta la seguridad que transmite Juan, al afirmar: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Juan 5:14) .
Dios está siempre disponible, ¡porque Él nunca se adormece ni duerme! (Salmo 121:4) . Además, gracias a su amor a nosotros, está a la espera y listo para escuchar.