Cuando regresaba de un viaje, Roberto quiso elegir unos regalitos para sus hijos. El empleado de una tienda del aeropuerto le recomendó varios, pero eran muy caros. Entonces, Roberto le dijo: «No traigo tanto dinero. Necesito algo más barato». El empleado trató de hacerlo sentir como un tacaño, pero Roberto sabía que sus hijos estarían felices con cualquier cosa que les llevara, porque él lo haría de corazón. Y tenía razón… los regalos que les llevó les encantaron.
Durante la última visita de Jesús a Betania, María quiso mostrarle que lo amaba (Marcos 14:3-9). Entonces, tomó «un vaso de alabastro de perfume de nardo puro de mucho precio» y lo ungió con él (v. 3). Los discípulos preguntaron enojados: «¿Para qué este desperdicio?» (Mateo 26:8). Para que dejaran de molestarla, Jesús les dijo de ella: «Buena obra me ha hecho» (Marcos 14:6). Otra traducción dice: «Ella ha hecho una obra hermosa conmigo» (nvi). A Jesús le encantó el regalo de María, porque procedía de un corazón amoroso. ¡Incluso fue hermoso que lo ungiera para la sepultura!
¿Qué te gustaría darle al Señor para mostrarle tu amor: tu tiempo, tus talentos, tus tesoros? No importa que sea barato o caro, ni que otros te entiendan o te critiquen. Para Él, todo lo que surge de un corazón lleno de amor es hermoso.