Hace poco, mi esposa Marlene y yo recibimos una llamada telefónica de nuestro hijo y su esposa, que estaban aterrados. La noche anterior, habían encontrado dos murciélagos en su casa. Sé que los murciélagos son una parte importante del ecosistema, pero no son mis favoritos entre las criaturas de Dios; en especial, cuando vuelan dentro de una casa.
Sin embargo, Marlene y yo fuimos gustosos a la casa de nuestros hijos para ayudarlos a tapar los agujeros que esos inoportunos visitantes probablemente usaron para entrar.
Otro visitante inoportuno que suele invadir nuestra vida es el sufrimiento. Cuando llegan las pruebas, podemos llenarnos de pánico o desanimarnos fácilmente. No obstante, estas circunstancias difíciles pueden transformarse en instrumentos que nuestro Padre celestial, en su amor, utiliza para hacernos más parecidos a Cristo. Por eso, Santiago escribió: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa…» (Santiago 1:2-4).
No se espera que disfrutemos de las pruebas ni que celebremos el sufrimiento. Pero, cuando llegan estos visitantes inoportunos, podemos buscar la mano de Dios en ellos y confiar en que podemos usarlos para parecernos más a su Hijo.