Una de las atracciones más populares para los turistas en Inglaterra son los pilares gigantes de roca llamados Stonehenge. Estas piezas enormes de granito también son un gran misterio. Todos los años, la gente viaja hasta allí, con preguntas como: ¿Por qué fueron levantadas? ¿Quién logró esta maravilla extraordinaria de la ingeniería? Y quizá, lo que más nos preguntamos es cómo lo hicieron. No obstante, los visitantes se van sin respuestas de parte de las piedras silenciosas. El misterio sigue en pie.
Las Escrituras hablan de otro gran misterio: Dios vino a vivir entre nosotros como hombre. En 1 Timoteo 3:16, Pablo escribió: «… grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria».
Esta breve reseña de la vida de Cristo (el misterio de la encarnación) es increíble. Sin embargo, lo que llevó al Creador del universo a venir a vivir y morir por su creación no es un misterio: «Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). El gran amor de Dios para con nosotros es la raíz del misterio de la piedad, y la cruz lo manifestó a toda la humanidad.