La película El hombre de acero, estrenada en 2013, es una versión actualizada de la historia de Superman. Repleta de efectos especiales asombrosos y de acción ininterrumpida, atrae multitudes a los cines en todo el mundo. Algunos dijeron que tanta atracción se debía a su espectacular tecnología. Otros la atribuyeron a la «mitología del supermán».
Amy Adams, la actriz que representa en la película el papel de Luisa Lane, tiene una perspectiva diferente del atractivo de la historia y dice que tiene que ver con un anhelo básico de la condición humana: «¿Quién no quiere creer que hay una persona que puede venir a salvarnos de nuestra propia maldad?».
Es una gran pregunta. Y la respuesta es que ciertamente hubo alguien que ya vino para salvarnos de nuestra propia maldad; esa persona es Jesús. Se hicieron varios anuncios sobre su nacimiento. Uno de ellos se lo hizo el ángel Gabriel a José: «Y [María] dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).
Jesús vino, y lo hizo para salvarnos de nuestros pecados y de nuestra propia maldad. Su nombre significa «el Señor salva», y su misión fue nuestra salvación. El anhelo de ser rescatado que inunda el corazón humano encuentra total satisfacción en Cristo.