¿Puede una persona estar oficialmente viva después de ser declarada legalmente muerta? Esta pregunta se convirtió en una noticia internacional cuando un hombre apareció 25 años después de haber sido declarado desaparecido. En aquel momento, no tenía trabajo, era adicto a las drogas y había dejado de pagar la cuota alimentaria para sus hijos. Por eso, decidió desaparecer. No obstante, al reaparecer, descubrió cuán difícil es volver de la muerte. Cuando fue a los tribunales para revertir el fallo que lo declaraba legalmente muerto, el juez rechazó su pedido, ya que se requería un período de tres años para modificar la medida.
Ese pedido inusual a un tribunal humano es una experiencia habitual para Dios. En su carta a los efesios, Pablo señala que, aunque estábamos espiritualmente muertos, Dios «nos dio vida juntamente con Cristo» (Efesios 2:1, 5). No obstante, declararnos y hacernos espiritualmente vivos fue una cuestión sumamente dolorosa para Dios, ya que nuestro pecado y su consecuente muerte espiritual exigieron el sufrimiento, la muerte y la resurrección de su Hijo (vv. 4-7).
Una cosa es probar que estamos físicamente vivos, pero nuestro desafío es demostrar vida espiritual. Al ser declarados vivos en Cristo, se nos llama a vivir agradecidos por la inconmensurable misericordia y la vida que hemos recibido.