Al principio de cada año, los expertos predicen lo que ocurrirá con la economía, la política, el clima y muchísimos temas más. ¿Habrá guerra o paz? ¿Pobreza o prosperidad? ¿Progreso o estancamiento? En todas partes, la gente espera que el nuevo año sea mejor que el anterior, pero nadie sabe qué sucederá.
No obstante, hay algo de lo que sí odemos estar seguros. Un orador que invitaron a nuestra iglesia sugirió que, cuando uno pregunta si el mundo mejorará o empeorará, la respuesta es: «¡Las dos cosas!».
Pablo le dijo a Timoteo: «En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. […] los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido» (2 Timoteo 3:1, 13-14).
La Palabra de Dios inspirada nos instruye, nos corrige y nos alienta a seguir el camino del Señor (vv. 16-17). J. B. Phillips describió las Escrituras como nuestro «equipamiento completo», que nos prepara plenamente para todas las áreas de la obra de Dios.
A medida que la oscuridad espiritual de nuestro mundo se profundiza, la luz de Cristo brilla más intensamente a través de aquellos que conocen y aman al Señor. Jesús es nuestro gozo y esperanza… ¡hoy, mañana y siempre!