La casa de Eduardo era una entre las más de 500 destruidas por un incendio forestal. Cuando le permitieron volver y revisar entre las cenizas y los escombros, esperaba encontrar un precioso recuerdo familiar que había hecho su esposa: una pequeña estatuilla de cerámica del niño Jesús, del tamaño de un sello postal. Mientras buscaba entre los restos carbonizados de su hogar, seguía preguntándose: ¿El niño Jesús seguirá estando aquí?
Cuando nuestra vida se sacude frente a decepciones y pérdidas, tal vez nos preguntamos si Jesús sigue estando con nosotros. La respuesta de la Biblia es un rotundo: ¡«Sí!». «…ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir […] nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38-39).
En un rincón de lo que solía ser su garaje, Eduardo encontró los restos quemados de una escena del pesebre. Y allí también estaba la estatuilla del niño Jesús, sin que las llamas la hubieran dañado. En una entrevista que le hicieron por televisión, declaró: «Pasamos del temor a la esperanza […] de recobrar algunas partes de nuestra vida, que pensábamos que estaban perdidas».
¿Sigue Jesús allí? Sin ninguna duda, y esta es la maravilla eternamente perdurable de Navidad.