Casi toda mi vida, pasé por alto la importancia de José en la historia de Navidad. Sin embargo, después de convertirme en esposo y padre, valoré mucho más su tierno carácter. Antes de saber cómo había quedado embarazada María, ya había decidido que no la avergonzaría ni la castigaría por la supuesta infidelidad (Mateo 1:19).
Me maravillan su obediencia y humildad, no solo al hacer lo que el ángel le dijo (v. 24), sino también al abstenerse de tener intimidad física con María hasta después del nacimiento de Jesús (v. 25). Después, nos enteramos de que estuvo dispuesto a huir de su casa para proteger al niño (2:13-23).
¡Imagina la presión que José y María habrán sentido cuando se enteraron de que criarían a Jesús! Piensa en lo complejo y estresante que sería tener todo el día viviendo contigo al Hijo de Dios: su sola presencia sería un llamado constante a vivir en santidad. Sin duda, José era un hombre confiable, ya que Dios le encomendó esa tarea. Y es un ejemplo maravilloso para imitar, ya sea criando a nuestros propios hijos o a aquellos que nacieron en otra familia, pero que ahora están bajo nuestro cuidado.
Que Dios nos conceda la fuerza para ser fieles como José, aunque no entendamos sus planes por completo.