En el fragor de la Guerra Civil Estadounidense, uno de los asesores del presidente en aquel momento dijo que daba gracias de que Dios estuviera del lado de ellos. El presidente respondió: «Señor, lo que más preocupa no es que Dios esté de nuestro lado, sino que nosotros estemos del lado de Él, porque Él siempre hace lo correcto».
¡Qué gran desafío para nosotros, que damos por sentado que el Señor está para respaldar nuestros planes, perspectivas, decisiones y deseos! Sin embargo, la respuesta de aquel presidente nos recuerda que, aun nuestros mejores planes, quizá ni se acerquen a los que Dios desea.
Sin duda, el salmista quería estar del lado del Señor, al rogar: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón […] y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23-24). Cuando seguimos su ejemplo y nos acercamos «a Dios» (73:28), podemos tener la seguridad de que estamos de su lado, ya que su Espíritu nos ayuda a evaluar nuestros pensamientos y acciones según sus caminos, que siempre son correctos.
Así que, preguntémonos: ¿Estamos del lado del Señor? Si es así, reflejaremos su amor en nuestra manera de relacionarnos con quienes nos rodean. Perdonaremos, y seremos justos y pacificadores. Los caminos de Dios son siempre lo mejor.