Durante la Segunda Guerra Mundial, la familia de Corrie ten Boom tenía una empresa de fabricación de relojes en Holanda, y trabajaban activamente para proteger a familias judías. Con el tiempo, todos los ten Boom fueron enviados a un campo de concentración, donde el padre de Corrie murió después de diez días. Su hermana Betsie también falleció allí. Mientras estas hermanas estaban juntas en el campo, la fe de Betsie ayudó a fortalecer la de Corrie.
Esa fe llevo a Corrie a perdonar incluso a los hombres despiadados que trabajaron como guardias durante sus días en aquel campo. Mientras el odio y el deseo de venganza seguían destruyendo vidas muchos años después de salir de aquellos lugares, Corrie era consciente de esta verdad: el odio perjudica más al que odia que al odiado, sin importar cuán justificado pueda parecer ese sentimiento.
Al igual que Corrie, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de amar a sus enemigos y decidir perdonarlos. El perdón no excusa la ofensa, pero, cuando perdonamos, mostramos a Cristo ante el mundo: «Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios 4:32).
Dios te ayudará a que desaparezca de ti todo resentimiento y amargura cuando observes que el Espíritu Santo forma en ti un lugar donde los demás vean al Salvador.