Un día de noviembre de 1963, dos integrantes de los Beach Boys escribieron una canción bastante diferente a la música que solían interpretar. Era una triste pieza sobre el amor perdido. Uno de ellos declaró: «A pesar de lo difícil de una pérdida así, lo bueno que eso deja es haber estado enamorado alguna vez». La titularon The Warmth of the Sun [La calidez del sol].
Que la tristeza sea un catalizador para escribir canciones no es nada nuevo. Algunos de los salmos más conmovedores de David se escribieron en momentos de profunda pérdida personal, incluso el Salmo 6. Aunque no se nos dice qué impulsó su escritura, la letra está llena de angustia: «Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir…» (vv. 6-7).
Pero la canción no termina allí. David conoció el dolor y la pérdida, pero también experimentó el consuelo de Dios: «El Señor ha oído mi ruego; ha recibido el Señor mi oración» (v. 9).
En su angustia, no solo encontró una canción, sino también una razón para confiar en el Señor, cuya fidelidad se manifiesta en todas las épocas difíciles de la vida. En la calidez de su presencia, nuestras tristezas adquieren una perspectiva esperanzadora.