Es bueno despertar y saborear un delicioso y completo desayuno: pan fresco, café, leche, manteca, yogurt, jugo, huevos y frutas. Compramos estos productos cerca de casa, en la panadería o en el supermercado. En el rótulo, descubrimos que, a veces, vienen de ciudades distantes, tras una larga cadena de producción, y llegan por las carreteras de nuestro país.

Todos saben que la profesión de camionero es predominantemente masculina; no obstante, las mujeres ya comienzan a ocupar buena parte de los puestos de trabajo disponibles en esta área. Sin duda, la economía de un país depende de quienes conducen camiones.  Pero, en las últimas décadas, la desvalorización de esta profesión los hizo vulnerables a diversos factores de riesgo.

La situación social preocupa: la falta de reconocimiento se suma a la baja remuneración, los largos períodos lejos de casa, el exceso de trabajo, la falta de infraestructura en las carreteras y la exigencias de entrega en horarios desconsiderados. Estos  factores perjudican profundamente la vida de estos profesionales, lo cual los lleva, incluso, a usar drogas para soportar largos períodos de trabajo. También están sujetos a complicaciones de salud por estrés, prostitución y accidentes con alto índice de mortalidad.

Los índices de siniestralidad vial en América Latina están entre los más altos del mundo: 19,2 muertes por cada 100.000 habitantes. Casi el doble del contexto europeo.  En República Dominicana, el país más crítico, hay 41 muertes por cada 100.000 habitantes. Pero estos no son los únicos motivos de muertes relacionadas a esta triste realidad.  Hay muchos choferes del transporte público sometidos a extorsiones absurdas. En Honduras, en el último año, murieron 33 personas por causa de este tipo de actos desalmados. Estos casos se repiten, en mayor o menor medida, en todos los países de la región.

Por lo tanto, las personas que trabajan en el transporte se han transformado en un importante campo misionero, lo cual constituye nuestro compromiso cristiano fundamental. Ministerios RBC posee diversos recursos literarios para pastorear a estas personas. Además del devocional Nuestro Pan Diario, libritos como Nuestras citas con Dios o Cómo sobrevivir las tormentas del estrés pueden ayudarte a trabajar con gente que experimenta una presión tan grande que llegan a poner su vida en riesgo.

En Brasil, un trabajo en conjunto entre Ministerios RBC y la Convención Bautista Paranaense ha hecho de los camioneros un campo misionero, alcanzando hasta hoy más de 2.000 choferes de camión. Lee el siguiente testimonio:

«Tres veces por semana paro en la misma gasolinera. El libro Nuestro Pan Diario representa mucho para mí. Me trae la sensación de que soy especial y que lo que hago es importante. Siempre dejo el libro junto a mí y recuerdo que hay personas orando por nosotros. Leo los mensajes diariamente y siento la presencia de Dios durante la meditación. Los textos son inspiradores y me hacen pensar en muchas cosas. Intento leer todas las mañanas y medito en la lectura durante la soledad del viaje. Mientras conduzco, es como si Dios hablara conmigo en la carretera». —Sr. Assis; chofer de camión.

Queremos incentivarte, no solo a leer la Palabra de Dios, sino también a compartirla con los que necesitan amor y comprensión. ¡Tal vez encuentres un camionero, un taxista o un chofer en el camino mientras vuelves a tu casa!