«Cuidado, la pasarela termina. Cuidado, la pasarela termina». Si alguna vez usaste una pasarela deslizante en un aeropuerto, tal vez hayas oído con frecuencia este anuncio.
¿Por qué los aeropuertos repiten este aviso una y otra vez? Para reforzar la seguridad y evitar la responsabilidad civil si alguien se accidenta.
Los anuncios repetidos pueden ser molestos, pero también son importantes. Es más, el apóstol Pablo pensaba que repetir una advertencia era tan vital que así lo hizo en el libro de Gálatas. Pero su declaración era mucho más importante que el peligro de trastabillar en el aeropuerto. Les advirtió que no escucharan ni les creyeran ni a él ni a ningún ángel del cielo si predicaban «otro evangelio» que no fuera el que ya habían oído (1:8). En el versículo siguiente, volvió a decirlo. Valía la pena repetir la advertencia. Los gálatas estaban empezando a creer que la salvación dependía de las buenas obras en lugar de lo que enseñaba el evangelio verdadero: la fe en la obra de Cristo.
Tenemos el privilegio y la responsabilidad de compartir el evangelio de Jesús; su muerte, sepultura y resurrección para el perdón de los pecados. Cuando presentemos la buena noticia, comuniquemos que el Cristo resucitado es la única solución para el problema del pecado.