Las islas Aran, frente a la costa oeste de Irlanda, son conocidas por sus hermosos suéteres. Se usa lana de oveja para entretejer los diseños y adornarlos. Muchos se relacionan con la cultura y el folclore de esas pequeñas islas, pero algunos son más personales. Cada familia que reside allí tiene su propio diseño como marca registrada, el cual es tan distintivo que, si un pescador se ahogara, se dice que podrían identificarlo con solo examinar su suéter para ver la marca registrada de su familia.
En la primera carta de Juan, el apóstol describe cosas que deben ser distintivos de quienes forman parte de la familia de Dios. En 1 Juan 3:1, afirma que somos realmente parte de esta familia: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…». Después, también incluye entre las marcas registradas de los hijos de Dios: «Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» (4:7).
Como «el amor es de Dios», la mejor manera de reflejar el corazón del Padre es demostrando ese amor que lo caracteriza. Permitamos que su amor alcance a otros a través de nosotros, porque esta cualidad es una de las marcas registradas de nuestra familia.