Los apodos suelen describir algunos aspectos notorios del carácter o las características físicas de una persona. Cuando era niño, mis amigos de la escuela secundaria me llamaban despiadadamente «labios de riñón», ya que, en aquella etapa de desarrollo, mis labios parecían tener un tamaño desproporcionado. No hace falta decir que siempre me alegró que ese apodo no haya durado.
A diferencia de mi apodo, me encantan los nombres de Dios que describen sus magníficas características. El Señor es tan maravillosamente multifacético que tiene muchos nombres que comunican sus capacidades y carácter. Para mencionar solo algunos, Él es:
Elohim, el Dios sobre todos los dioses.
Jehová Jireh, el Dios que provee.
El-Shaddai, el Dios todopoderoso.
Jehová Rafa, nuestro Dios sanador.
Jehová Shalom, nuestro Dios de paz.
Jehová Sama, nuestro Dios está presente.
Yahvéh, nuestro Dios amoroso y guardador del pacto.
No es extraño que el escritor de Proverbios nos aliente a recordar que «torre fuerte es el nombre del Señor…», a quien acuden en tiempos de necesidad las personas que le temen, para estar «a salvo» (Proverbios 18:10 lbla). Cuando circunstancias desagradables te amenacen y te sientas vulnerable, reflexiona en uno de los nombres de Dios. Ten la seguridad de que Él será fiel a su nombre.