Durante años, después de la Gran Depresión, el mercado de valores luchó para volver a ganarse la confianza de los inversionistas. Entonces, en 1952, Harry Markowitz sugirió que los inversionistas dividieran sus acciones entre distintas empresas e industrias. Desarrolló una teoría para la selección de cartera, que ayudó a los inversionistas durante tiempos de incertidumbre. En 1990, Markowitz y otros dos hombres ganaron el Premio Nobel de Economía por su teoría.

Al igual que esos inversionistas nerviosos, como seguidores de Jesús, a veces el temor puede paralizarnos tras una «caída» en nuestra vida, y no sabemos cómo reponernos y seguir adelante. Quizá incluso pasemos el resto de la vida esperando un «momento Markowitz», cuando una gran idea o acción nos ayude a recuperarnos de un fracaso anterior.

Olvidamos que Jesús ya obró a nuestro favor. Cubrió nuestra vergüenza y nos liberó para relacionarnos con Dios y servirlo diariamente. Como nos dio vida y se levantó de entre los muertos, cuando caemos, podemos levantarnos con Él, porque «se deleita en misericordia» (Miqueas 7:8, 18).

Nuestra eternidad comienza cuando encontramos a Jesús. El Señor camina junto a nosotros para poder transformarnos en las personas que anhelamos ser y para lo cual nos diseñó.