Hace poco, mientras estaba en Londres, decidí tomar el metro hasta mi destino. Así que, pagué la tarifa y descendí a las profundidades de la ciudad para tomarlo. Pero salir de la estación puede ser una experiencia aterradora para alguien que no conoce el sistema. Si no encuentras la salida, es fácil perderse en los túneles.
Estar solo en un túnel subterráneo desierto produce una sensación estremecedora, así que, créeme, no hay que perderse. De más está decir que me alegró divisar el cartel de «SALIDA», y me encaminé hacia donde estaría a salvo.
Pablo nos recuerda que cuando somos vulnerables a caer en pecado, «… fiel es Dios, que no [nos] dejará ser tentados más de lo que [podamos] resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida…» (1 Corintios 10:13). Es fácil suponer que el Señor no está con nosotros cuando somos tentados a pecar. Pero este versículo nos asegura que sí está presente y que no permanece impasible. En cambio, nos proporciona una salida para que podamos resistir.
Por eso, la próxima vez que te sientas tentado, recuerda que no estás indefenso. ¡El Señor proporciona una «salida»! Busca el cartel, y síguelo hacia lo seguro.