A los 16 años de edad, Morris Frank (1908-1980) ya había perdido la vista en ambos ojos. Varios años después, viajó a Suiza, donde conoció a Buddy, el perro que lo incentivaría a participar en la escuela de perros guía Seeing Eye [Ojo que ve].
Con la guía de Buddy, Frank aprendió a andar por aceras llenas de gente e intersecciones. Así describió la libertad que su guía le proporcionaba: «Es glorioso: simplemente [Buddy] y una correa de cuero me vinculan con la vida». El perro le brindó a Morris Frank una nueva clase de acceso al mundo que lo rodeaba.
El Espíritu Santo de Dios nos da acceso a la vida espiritual abundante en Jesús. Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, Dios lava nuestros pecados y nos renueva «en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador» (Tito 3:5-6). En cuanto conocemos al Señor, el Espíritu Santo nos ayuda a experimentar el amor de Dios (Romanos 5:5), a entender su Palabra (Juan 14:26), a orar (Romanos 8:26) y a abundar en esperanza (Romanos 15:13).
Hoy, cuando pienses en tu relación con Dios, recuerda que el Espíritu es tu guía para vivir en Cristo (Romanos 8:14).