En 1929, la película muda Alas, rodada en 1927, sobre dos aviadores durante la Segunda Guerra Mundial, fue galardonada como la mejor película en la primera edición de los Premios de la Academia (Oscars). Mientras la filmaban, la producción se detuvo durante varios días, por lo que los productores, frustrados, le preguntaron al director a qué se debía. Él respondió: «Lo único que tenemos es cielo azul. El conflicto aéreo no se verá bien a menos que haya nubes, ya que estas generan la perspectiva». Y tenía razón. Los espectadores podrían ver lo que realmente sucedía solo si el combate aéreo tenía nubes de fondo.
A menudo, preferimos cielos azules en lugar de nubes tormentosas, pero un cielo encapotado suele revelar la fidelidad de Dios. Al mirar atrás y ver esas nubes, obtenemos una perspectiva de cómo se manifestó la fidelidad del Señor en nuestras pruebas.
Al inicio de su terrible sufrimiento, Job se lamentó: «Perezca el día en que yo nací, […] pósese sobre él una nube» (Job 3:3-5 lbla). Su desesperada situación continuó durante mucho tiempo, hasta que Dios habló. Entonces, el patriarca exclamó: «De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven» (42:5). Job se había encontrado con el Creador soberano, y eso había cambiado su perspectiva sobre los propósitos divinos.
¿Está hoy tu cielo cargado de nubes de dificultades? Antes de lo que piensas, Dios tal vez utilice esas nubes para ayudarte a obtener una perspectiva de su fidelidad.