Mientras escalaba unas montañas, un cazador divisó un carnero que no se parecía al resto del rebaño. Al acercarse para verlo, se dio cuenta de que el extraño animal era un hombre disfrazado. Cuando las autoridades lo contactaron para averiguación, declaró que su disfraz era un traje de pintor cubierto de lana, y que estaba probándolo para salir de cacería.
El engaño del cazador me recuerda las palabras de Jesús: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15). Los falsos maestros no dan el fruto del Espíritu de Dios (Gálatas 5:22-23), sino que «siguiendo la carne, […] desprecian el señorío» (2 Pedro 2:10). Son atrevidos, egoístas y codiciosos (vv. 10, 14). Gobernados por sus deseos personales, explotan a la gente con «palabras fingidas» (v. 3). La Biblia declara que estos líderes espirituales descarriados van camino a la destrucción y que arrastrarán con ellos a muchas personas crédulas e ignorantes (vv. 1-2).
Jesús, el buen Pastor, en lugar de procurar el beneficio personal, entregó su vida por sus ovejas. Dios no quiere que nadie sea desviado por falsos maestros, sino que estemos alertas en cuanto a estos engañadores y lo sigamos a Él: el verdadero Pastor de nuestras almas.