A través de los años, he tenido oportunidad de enseñar de la Biblia a muchas personas en todo el mundo. Como solamente hablo inglés, suelo trabajar con intérpretes que pueden tomar las palabras de mi corazón y traducirlas al idioma de los oyentes. La comunicación eficaz depende totalmente de la habilidad de estos traductores. Ya sea que se trate de Inawaty en Indonesia, Annie en Malasia o Jean en Brasil, ellos se aseguran de que el significado de mis palabras se exprese claramente.
Este trabajo de interpretación evoca una faceta de la obra del Espíritu Santo en la vida de los hijos de Dios. Cuando oramos, no siempre sabemos cómo hacerlo (Romanos 8:26), pero el versículo 27 nos anima: «Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos». Cuando acudimos a nuestro Padre celestial en oración, el Espíritu Santo nos ayuda traduciendo nuestras oraciones según los buenos propósitos de Dios para nuestra vida.
¡Qué provisión! El Señor no solo desea que le contemos lo que hay en nuestro corazón, sino que también nos proporciona el mejor intérprete para ayudarnos a orar. Podemos estar seguros de que nuestras oraciones nunca se traducirán de manera incorrecta.