Las interrupciones no son nada nuevo, y es raro que pase un día tal como lo hemos planeado.

La vida está llena de inconvenientes. Fuerzas más allá de nuestro control frustran permanentemente nuestros planes. La lista es larga y variable: enfermedad, conflicto, embotellamientos de tránsito, olvidos, artefactos que se rompen, rudeza, pereza, impaciencia, incompetencia.

No obstante, lo que no podemos ver es el otro lado de los inconvenientes. Pensamos que el único propósito es desanimarnos, dificultarnos la vida y estropear nuestros planes, pero podrían ser una forma de protección divina frente a peligros ocultos o una oportunidad para demostrar la gracia y el perdón de Dios. Tal vez sean el comienzo de algo aun mejor de lo planeado o una prueba para ver nuestra reacción ante la adversidad. En cualquier caso, aunque no veamos la razón del Señor, podemos estar seguros de su objetivo: hacernos más como Jesús y extender su reino en la Tierra.

Sería un error decir que los seguidores de Dios a lo largo de la historia han «padecido inconvenientes», ya que el Señor tenía un propósito. Al saberlo, podemos darle gracias y confiar en que está dándonos una oportunidad de redimir el tiempo (Efesios 5:16, 20).