«¿Qué está esperando, señorita?» La pregunta me
sobresaltó y me sacó bruscamente de mis sueños
estando despierta. Luego, al mirar a mi alrededor y
darme cuenta que era la única persona en la mesa para el pan, la
pregunta parecía un poquito ridícula. Sin embargo, sonreí y
respondí, «un pollo Frontera.» Observé al gerente verificar mi
orden diligentemente. Luego, mi mente regresó a su pregunta,
¿Qué estoy esperando? Los pensamientos comenzaron a surgir de las
profundidades de mi alma, despertándome para meditar en el
andar de la vida y cómo Jesús nos guía.

En Juan 10 leemos acerca de la parábola del Buen Pastor
contada por Jesús. El portero llama a las ovejas por nombre y abre
la puerta para ellas. Las ovejas lo escuchan, por cuanto conocen su
voz. No siguen al que busca matar, robar, y destruir. De hecho,
huyen de él porque no reconocen su voz. Jesús es el Buen Pastor
y el Portero. Él abre la puerta a la vida y dirige el camino.
Llegamos a conocer Su voz y lo seguimos.

Escuchar y aprender a seguir involucra desafío, misterio, y
confianza. Desafío: el extraño está afuera para robar, matar, y
destruir. Misterio: no sabemos hacia dónde llevará el camino
mañana. Confianza: confiamos en que Jesús va delante de nosotros
y sabe lo que es mejor para nosotros.
Él nos llama y nosotros seguimos. Es tan sencillo y sin
embargo tan profundo. Sigámoslo con una pasión que revele
nuestra confianza en Él y nuestro deseo de someternos a Su
voluntad.

¿Qué debemos estar esperando? La voz de nuestro Maestro.
«Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo
siguen porque conocen su voz.» (Juan 10:4). A dondequiera que
nos guíe, por medio de Su voz amorosa, debemos seguirlo. —SW</p