Las ovejas necesitan ser restauradas porque tienen una
tendencia a descarriarse y deambular. Pueden ser muy tercas
y tenaces. Pueden deambular lejos del sendero que el pastor
ha iluminado para ellas. Y cuando eso sucede, el pastor debe
restaurarlas al sendero correcto.
Isaías 53: declara, «Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, nos apartamos cada cual por su camino.» Cuando
decidimos ir por nuestra cuenta en vez de seguir a Jesús
nuestro Pastor, la vida de inmediato se complica y se hace difícil.
Nos encontramos en problemas, y nosotros mismos nos los
hemos creado.
La vida cristiana es un sendero. O, puesto de otra manera, es
como una puerta que lleva a un sendero. Jesús describió ambas
puertas y hacia dónde llevan: «Entrad por la puerta estrecha,
porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha
es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son
los que la hallan» (Mateo 7:13-14).
Antes de recibir a Jesús como Salvador, estamos en el sendero
equivocado. Pero cuando él nos atrae hacia Sí, nos encontramos
en el sendero que sale de la puerta estrecha.
Sin embargo, incluso los creyentes en Jesús están tentados a
deambular lejos del sendero correcto. El enemigo hará todo lo que
pueda por desviarnos del camino de la justicia. Es verdad, y tal
como lo dice el antiguo himno, somos propensos a deambular. Y
cuando lo hacemos, rápidamente nos encontramos en dificultades.
Cuando una oveja se descarría del camino correcto, se
encuentra en un peligro tremendo. Pero las ovejas no se dan
cuenta de cuánto peligro hay allá afuera. Una bestia salvaje puede
de repente convertir a una oveja en su comida. Si la oveja toma el
sendero equivocado, en un abrir y cerrar de ojos ésta puede
encontrarse sobre una precaria saliente rocosa.
¿Es posible que te hayas descarriado de la senda estrecha?
Corre de vuelta al sendero de la justicia. Es el lugar más seguro en
todo el mundo. —SF