El centro de toda existencia es Dios en Su trono. Juan tuvo
la oportunidad espeluznante y que cambia la perspectiva de
ver la vida desde la perspectiva del cielo. Su descripción
implica algo tremendamente profundo: todo lo demás que
existe se describe de manera precisa sólo en su relación con el
trono de Dios.

Gran parte del problema de la humanidad brota de nuestro
egocentrismo naturalmente insaciable. Tendemos a vernos
como el centro del universo y a describir a todos los demás
componentes en referencia a nosotros en vez de hacerlo en
referencia a Dios.

Si bien esta respuesta es natural, en la práctica, este estado
de estar absorto en uno mismo es triste. De alguna manera,
nuestro egocentrismo es una ambición secreta de omnipotencia.
Queremos ser nuestro propio dios y tener todo el poder.
Podríamos negar que alguna vez tuvimos un deseo de ser
dios, pero, cuán a menudo asumimos inmediata responsabilidad
para manejar la mayoría de los problemas en medio de nosotros.
Cuán a menudo tratamos de cambiar a las personas que
conocemos y de alimentar nuestra adicción al control con la
droga de la manipulación. Estamos tratando de jugar a ser Dios,
y francamente, es agotador.

Los creyentes reciben lo que 1 Corintios 2:16 llama la «mente
de Cristo.» La vida asume una perspectiva muchísimo más precisa
cuando aprendemos a verla desde la posición estratégica de
Aquél que la hizo existir por medio de Su Palabra.

Imagina tus desafíos más grandes. Ahora estampa las
palabras «delante del trono» en cada una de ellas. El corazón de la
oración es mover esos mismos tipos de desafíos, trasladándolos de
las inseguridades e incertidumbres del mundo al trono de Dios.
Sólo entonces pueden verse con una precisión confiable y una
esperanza sin límites. Cierra los ojos y trata lo mejor que puedas
de imaginar al glorioso serafín que nunca cesa de gritar, «¡Santo,
santo, santo!» imagina el rayo. Escucha los estruendos y el trueno.
Imagina a los ancianos abrumados por la dignidad de Dios,
echando sus coronas delante del trono.

¿Creemos que Dios, el bandito y único Gobernante, quien
sólo Él es inmortal y vive en una luz inaccesible, pueda manejar
nuestras vidas y nuestros problemas? ¡Podemos acercarnos al
trono de la gracia confiadamente! —BM