Mi esposa y yo llevamos mucho tiempo de casados. A
menudo, Karen y yo hablamos de nuestro primer año
de casados, cuando Dios realmente nos enseñó algunas
grandes lecciones acerca de Su provisión. Hubo un período
cuando no tuvimos suficiente dinero cubrir el resto del mes y,
con toda honestidad, no teníamos qué comer.
Estábamos visitando a mis padres, quienes no sabían de
nuestras necesidades. Cuando nos alistábamos para partir, mi
madre dijo, «Oh, a propósito, tu papá recibió media res y tenemos
más comida en el congelador de la que podemos consumir. Karen,
¿por qué no bajas y te llenas un par de bolsas de compras con la
carne. Tómala para que la puedan disfrutar por un tiempo.» La
carne nos mantuvo el siguiente mes, y yo pensé, Dios, una vez más te
has manifestado.
A lo largo de los años Dios ha demostrado Su fidelidad una y
otra vez, y Su intervención siempre es justo a tiempo. Cuando
parecía no haber salida, Jesús se volvía a manifestar. Siempre nos
ha encontrado en nuestro momento de necesidad.
Juan 5:5-9 cuenta una historia acerca de un hombre que fue
sanado junto al estanque de Betesda. Algunas veces nos perdemos
de algo en esta historia — el hombre estaba junto al estanque
porque creía que había un poder sanador en él. Pero no podía
entrar en el estanque en el momento que se consideraba como el
correcto. Personas que no estaban tan discapacitadas podían
zambullirse antes que él. Luego Jesús entró en escena y el hombre
no tuvo que entrar en el estanque, ¡porque la verdadera sanidad
estaba allí en la persona de Jesús! Las necesidades se satisfacen
dondequiera que esté Jesús. Él le dijo al hombre que se levantara
y caminara porque su momento había llegado.
No sé por lo que estés pasando, pero Jesús sí que lo sabe. Él
quiere encontrarte en este instante en tu momento de necesidad.
Tu responsabilidad es pedirle. Dile a Jesús lo que necesitas. Confía
en Él. Luego ponte a cierta distancia y observa cómo obra. —CWL