El otro día escuché un interesante tema que se trataba en la
televisión. Había un panel de hombres que trataban de
definir qué es lo que hace que un hombre sea un padre.
Estaban diciendo y haciendo bromas, ofreciendo sus diferentes
conceptos profundos, ideas, y perfiles sociológicos de lo que es ser
un papá. Pero quedé impresionado con uno de estos hombres. Él
dijo lo que pensaba, «El sólo hecho de tener hijos no te hace un
padre.» Ahora bien, nota lo que dijo acto seguido: «La paternidad
exige involucrarse, relacionarse, comprometerse, y hacer un
sacrificio personal.» Pensé que ésa fue una definición descriptiva
bastante buena de lo que realmente ser un discípulo, un auténtico
seguidor de Jesús.

Hay una diferencia entre aquéllos de nosotros que ponemos
nuestra fe en Jesús y lo conocemos como Salvador, y aquéllos que
lo siguen de manera agresiva y deliberada como el Señor de sus
vidas. Tal vez ése sea el problema con la iglesia de Jesús hoy.
Tenemos a muchos cristianos culturales, pero a menudo me
pregunto cuántos verdaderos discípulos tenemos en realidad.
En Lucas 14, Jesús habló acerca de la prueba del discipulado,
de lo que éste realmente trata. Él recalcó tres características que
todo verdadero seguidor Suyo debe demostrar y mantener.
Primero, en el versículo 26, un seguidor de Jesús debe estar poseído
por el amor. No creo que Jesús estuviera hablando acerca de un
odio literal, sino más bien de un amor comparativo. Debemos
amar a Jesús tan profunda e intensamente que, por medio del
contraste y la comparación, el amor que tengamos por todas estas
otras relaciones valiosas parezca odio.
Segundo, un discípulo se caracteriza por una profunda identificación
con los sufrimientos de Jesús, al llevar «su propia cruz» (v. 27).

Tercero, en el versículo 33, un discípulo se caracteriza por que
renuncia a toda propiedad y control de las cosas en su vida. Hay una gran
diferencia en la mente de Jesús entre aquéllos que pronuncian
palabras y dicen que son seguidores y aquéllos que son
seguidores por sus acciones.

Recuerda esto: El que alguien sea un creyente, un cristiano, no
necesariamente lo hace un discípulo. —CWL