Si eres un verdadero seguidor de Jesús, apuesto que algunas
veces sientes que Dios se las está agarrando contigo. ¿Alguna
vez has exclamado con exasperación, «Dios nunca me deja
salirme con la mía en nada»? ¿Alguna vez has notado que Dios
parece ser particularmente celoso contigo? ¿Qué saca de tu vida
actividades sin sentido ni significado que parece «aguantar» en las
vidas de otros creyentes? Eso es porque has demostrado ser un
hijo cooperador y que lleva fruto, y Él sabe que tiene una rama de
primera por medio de la cual Él puede ser glorificado aún más.
Tenemos un Jardinero fiel y digno de confianza. Has
escuchado de los entrenadores personales. A nuestro Jardinero le
preocupa tanto que nuestras vidas fructíferas lleven aún más
fruto, ¡que se compromete a ser nuestro Podador personal!
Juan 15:2 dice, «Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo
quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto.» Yo
creo que este versículo sugiere que Dios trabaja aún más duro en
el hijo o la hija que está produciendo fruto para que éste o ésta
pueda producir aún más.
¿Ves la evolución que se sugiere en los versículos 2 y 5?
Dios desea para aquéllos que llevan fruto que lleven más y para
aquéllos que llevan más fruto que lleven aún más! Con todo lo
nerviosos que nos ponga esta idea, se le puede confiar a Dios un
par de tijeras en las manos.
Cuanto más quisquilloso lo dejemos que sea con nosotros,
tanto más productivo Él será a través de nosotros. Cuando todo
quede dicho y hecho y estemos viviendo en el cielo, todo lo que
importará es si nuestras vidas glorificaron a Dios o no. Dejémoslo
podar a la satisfacción de Su corazón. Entreguémonos a una vida
que importe — como diría mi familia — más que un cerro de
frijoles, cuando hayamos dado nuestro último aliento. —BM