La ropa interior no es ropa exterior — al menos no en mi
opinión. Pero existe muy poca distinción entre ambas al
mirar la cultura de la moda de hoy. Y desafortunadamente,
cuando se trata de moda y pudor (o la falta de él), existe muy
poca distinción entre el mundo y la iglesia.
Ombligos que se muestran, pantalones de mezclilla apretados
como una piel, escotes que se hunden, y faldas que están a la
altura de los muslos — ¿acaso incluso ya no sabemos lo que quiere
decir el pudor? Tal vez el problema comienza con la palabra
pudor. Ésta trae a la mente imágenes de faldas que van hasta el
suelo, cuellos de tortuga, y vestidos que parecen costales. Pero,
¿qué significa en realidad el pudor?
El pudor es «vivir sabiendo que fuimos hechos a la imagen
de Dios.»
¿Qué dicen nuestras ropas acerca de nuestra relación con
Jesús y nuestro deseo de vivir como Él vivió? Tenemos que dejar
de ver el pudor como una lista de cosas que no se deben hacer
y en vez de ello, ver el valor inherente de nuestros cuerpos.
Entender el valor que Dios nos ha dado significa guardar nuestros
cuerpos — en vez de hacer de ellos un escaparate para que todos
lo vean, formado por la voluntad de la cultura.
La nación de Israel era conocida por su corazón que
deambulaba y su adulterio flagrante con otros amantes (Ezequiel
16:35-37). Hoy, puede que estemos ignorando nuestro propio
«adulterio» al haber adquirido participación en la idea de que el
pudor no interesa y que recibimos poder al vernos sexy.
Irónicamente, vivimos en una cultura donde se nos trata
más como objetos como nunca antes, y la escurridiza promesa
de recibir poder por medio de la exposición de nuestro cuerpo
sólo ha traído esclavitud. Nuestra desnudez ha quedado expuesta
al amante que hemos buscado y a los ídolos de la cultura que
hemos adorado.
Aunque, demasiado a menudo, más bien encajaríamos y
estaríamos a la moda en vez de ser «extranjeros y peregrinos en el
mundo» (1 Pedro 2:11), que se niegan a transar por buscar su
aprobación. Como seguidores de Jesús, ¿valoramos el pudor por
encima de los dictados de la moda de la cultura popular? Existe
un llamado más elevado que va más allá de «verse bien.»
El pudor exige que comprendamos para qué fueron creados
nuestros cuerpos — para adorar más que para ser adorados. —RF