Les hablo a muchas personas que me dicen que han «perdido»
su fe. Simplemente no creen en lo que una vez consideraban
como cierto. ¿Te encuentras tú también con personas como
éstas? ¿Qué les dices?
Comienzo yendo directo al corazón de su pregunta. «¿Qué
crees que es la fe?» y «¿En quién tienes fe?» Generalmente, eso
aclara las cosas realmente rápido.
La fe no puede existir en un vacío; no es un pensamiento del
tipo realmente-lo-espero-así. La fe es creer en base a la Palabra de
Dios. Ésa es la calve. No es confiar en el periódico, la televisión, o
tu jefe. La fe cree en un Dios que escribió un Libro en el que
podemos confiar.
La fe es tan esencial a la vida cristiana que puede reducirse a
una definición muy práctica: Es creer en la Palabra de Dios y
cumplirla, sin importar cómo me sienta — porque Dios promete
un buen resultado.
Este mensaje de fe se evidencia en toda la Biblia; está en
algún lugar en cada página y en cada historia. Cada paso con
Dios es un paso de fe. Cada lección aprendida es una lección de
fe. Cada victoria ganada es una victoria por fe. Es sobre esa base
que sabemos:
La vida cristiana sólo puede vivirse por fe. Los auténticos creyentes
confían en Dios y ejercitan una confianza activa en Él. Crees
en la Palabra de Dios y la cumples, sin importar cómo te sientas,
porque Dios te promete un buen resultado. Cuando haces eso,
estás avanzando espiritualmente de una manera fenomenal.
Cuando no lo haces, pierdes terreno y te alejas de Dios — lejos
y rápido.
Cuando tus ojos están en Jesús, puedes poner tus esperanzas
delante de Él. La fe admite con mucho gusto que Dios es Aquél
en quien puedes confiar. No hay otra manera.
La próxima vez que te encuentres con alguien que ha
perdido su camino, recuérdale que lo que es la fe y aliéntalo a
meterse en la Palabra de Dios contigo — el lugar donde la fe
comienza y vuelve a comenzar. —JM