Mi esposa Martie suele decirme: «¡Joe, comes demasiado rápido! Tranquilízate un poco y disfruta la comida». Por lo general, yo termino de comer mucho antes, porque ella se toma tiempo para saborear cada bocado.

Me pregunto cuántos nos apuramos al leer la Palabra de Dios y no la saboreamos. Sobre esto, el salmista declaró: «¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca» (Salmo 119:103). ¡Cómo me gusta esto!

¿Qué beneficios tiene deleitarse en la rica comida de las Escrituras? Alimentarse diariamente de la Palabra de Dios ayuda a prevenir que la ansiedad, el orgullo, el miedo y la tentación invadan nuestro corazón desnutrido, y nos fortalece para tener una vida victoriosa. La Biblia nos da sabiduría y entendimiento (vv. 98-100), y nos ayuda a refrenar nuestros pies del mal (v. 101). Tal como nuestro aparato digestivo distribuye los nutrientes en el cuerpo, digerir la Palabra de Dios alimenta nuestra mente, emociones y voluntad.

En vez de leer la Biblia con prisa antes de salir corriendo de casa, es importante apartar un tiempo y un lugar donde podamos tener verdadera comunión con Dios.

Tómate tu tiempo y disfruta saboreando las riquezas de la Palabra de Dios.