El libro The Greatest Generation(La Generación Más Grande), por Tom Brokaw registra las historias personales de héroes de la Segunda Guerra Mundial, tales como Tom Broderick. Dándole la espalda a una prometedora carrera en la Marina Mercante, Broderick se enlistó en el transporte aéreo «para entrar en la guerra». Luego de un intenso entrenamiento para el combate, Broderick se encontró en una trinchera atrayendo la vista de un soldado alemán. Distraído por su blanco, se levantó un poquito más de lo debido y él mismo se convirtió en un blanco. Un francotirador enemigo le dio en la cabeza.
Cuando se despertó en el hospital, no podía ver. Más tarde supo que había quedado ciego de por vida. Al principio se rebeló contra su destino, rehusándose con ira a aprender Braille y a adoptar las limitaciones de un hombre sin visión. Luego Broderick se volvió a Dios con una petición interesante: «Si no puedo recuperar mi visión, ¿podrías encontrar a una muchacha para que me case con ella?»
Pronto Tom conoció a Eileen en una cita a ciegas (sin la intención de hacer un juego de palabras). Se enamoraron, se casaron, y criaron a siete hijos en un amoroso hogar cristian Tom se resistía enérgicamente a que lo trataran como un discapacitado. Manejaba un exitoso negocio de seguros y llevaba una vida plena. Su hijo Scout comentaba, «¿Ustedes saben cómo todos dicen que su papá es el mejor? Bueno, ¿saben ustedes a cuántas personas les he escuchado decir eso acerca de mi papá? Amigos, vecinos, clientes. Todo niño lo piensa, pero escucharlo de otras personas es tan gratificante. Nunca dejó que su discapacidad interfiriera con nada.»
El apóstol Pablo tenía una discapacidad, pero no permitió que ésta lo deprimiera. Luego de buscar a Dios para que Él se la quitara en tres ocasiones distintas, la aceptó. Pablo entendía que las debilidades tienen una manera de recordarnos que debemos depender del poder de Jesús.
¿Tienes alguna debilidad que necesitas entregar al Señor para que puedas experimentar Su fortaleza? Puedes venir al lugar donde dirás, «cuando soy débil, entonces soy fuerte»
(2 Corintios 12:10). —HDF