¿Alguna vez has notado la tendencia a las «mini-películas» en los anuncios publicitarios de la TV? En vez de simplemente presentar las virtudes de un producto en particular, los expertos en marketing cuentan una historia que sutilmente lo venden.

Por ejemplo, ¿recuerdas el comercial en el Trisha, una sofisticada chica de ciudad hace un viaje a la granja de la familia de su novio? Se la ve manejando un tractor, alimentando a las aves, y deambulando por un campo de flores silvestres. El anuncio hace que el espectador se sienta bien con este guión de una persona urbana que se está divirtiendo mucho en unos cuantos kilómetros de verdor. Pero el objetivo de la historia es que Trisha no tuvo problemas con sus alergias crónicas porque tomó los medicamentos correctos antes de dirigirse al campo.

Los expertos en marketing llaman a estos espacios «publicentretenimientos». Espera ver más de ellos ahora que los publicistas luchan por captar la atención de los espectadores que están armados con herramientas tales como TiVo y el siempre popular control remoto.

No existen «mini-películas» en la Biblia, pero sí leemos acerca de Jesús contando mini-historias. Estos cuentos breves y sencillos — llamados «parábolas»— revelan verdades a través del uso de personajes y situaciones que Su audiencia podía seguir con facilidad.

Sin embargo, el mensaje a menudo era sutil —por una razón. Jesús conocía el corazón humano. Cuando dijo, «Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden» (Mateo 13:13), estaba haciéndoles saber a Sus discípulos dos cosas: los creyentes «captarían» el mensaje, y los incrédulos lo rechazarían.

Tal y como el doctor en teología D. A. Carson ha escrito, «Si Jesús simplemente hubiera deseado esconder la verdad de los de afuera, nunca hubiera tenido la necesidad de hablarles. Su preocupación por la misión excluye esa idea. Así que debemos predicar sin echar Sus perlas delante de los cerdos (7:6). Él lo hace en parábolas: es decir, de tal modo como para endurecer y rechazar a aquéllos que son duros de corazón, y para iluminar —a menudo sin mayor explicación— a Sus discípulos.»

Cuando leas las parábolas de Jesús, agradécele por revelar «conocer los misterios del reino de los cielos» (13:11). Estas minihistorias pueden alterar la historia de tu vida.  —TF