Todo este asunto de la transformación está saliéndose de las manos. Como habrás podido ver, el programa de TV Extreme Makeover(Transformación Extrema), les permite a las personas ser transformadas físicamente por medio de la liposucción, transplante capilar, y otros trucos del oficio.

Ahora bien, algunos rancheros en Australia han decidido que  si es lo suficientemente bueno para las personas, también lo es para el ganado. En respuesta los organizadores de la Exhibición Agropecuaria de Tasmania, en Australia, han tenido que establecer algunas reglas para que los bovinos dejen de ser embellecidos artificialmente.

Sí, a la vaca Bessie le hicieron la cirugía plástica para que pudiera llevarse el gran premio. Esto ya no se permite, bajo  un código de ética diseñado para reforzar el «atractivo natural» de  los animales.

«No queremos que las ubres de las vacas hayan sido selladas o pegadas», dijo un vocero de la Exhibición de Tasmania. «No queremos que las personas llenen los estómagos de las vacas para ensancharlos . . . Queremos que pongan a los animales en el corral de exhibición tal y como los han criado».

Es obvio que nuestro mundo está obsesionado con la belleza. Y programas como Extreme Makeoverpueden hacernos sentir tan insuficientes. Cuando vemos a una persona promedio embellecida con el mejor maquillaje, el mejor guardarropa, y la capa de dientes más blancos que el dinero puede comprar — queremos que la imagen en nuestro espejo también reciba una transformación.

El apóstol Pedro tenía una versión diferente de la belleza. Él la veía como algo que brilla desde el interior, no algo pintarrajeado en el exterior. En sus palabras a las esposas, él declaró que la belleza de ellas «sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios» (1 Pedro 3:4). Estaba hablando acerca del carácter.

Es el ser interior, y no el empaque exterior, el que necesita nuestra mayor atención. «El hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón» (1 Samuel 16:7).
El atractivo no se encuentra en la joyería ni en la última moda del vestir. La belleza extrema se encuentra en un espíritu apacible que espera en Dios y busca Su corazón.  —TF