Cuando David dijo que hiciéramos un ruido gozoso al Señor estaba declarando que la adoración debía ser expresiva al Señor. Expresar nuestras fuertes emociones de manera audible es algo normal — la boca trata de expresar las alabanzas del corazón. Sin embargo, muchos de nosotros hemos sido condicionados para mantenernos apagados y reservados cuando se trata de adorar a Dios.

En tiempos antiguos, el pueblo de Dios expresaba su adoración y alabanza a Él de diversas maneras:
• Con un corazón recto (Salmos 32:11). Adorar es un asunto del corazón, no un ritual externo. Cuando adoramos a Dios, debe ser de un corazón que esté bien con Él.
• Con cantos de gozo (Salmos 95:1-2). Debido a que Israel había presenciado los actos formidables de Dios, respondió con cantos apasionados. Sus cantos eran vivos porque su Dios estaba vivo.
• Con aplausos (Salmos 47:1). Contrario a ciertas opiniones conservadoras, los aplausos son un método bíblico para alabar y adorar a nuestro Dios.
• Con reverencias delante de Él (Salmos 66:4). Reverenciar en adoración es una señal de humildad delante de Dios.
• Por medio del servicio reverente (Salmos 2:11). El pueblo de Dios estaba llamado a dejar de pasar por las formalidades del deber religioso. Servir al Señor no debe ser algo oneroso; debe ser un gozo real servir a un Dios que nos ama y no perdona completamente.
• Con todo nuestro corazón — con toda nuestra mente, nuestras emociones, nuestro cuerpo, y nuestra voluntad (Salmo 100). No hay necesidad de encarcelar nuestra alabanza en la cárcel de la reserva.
Somos llamados a ser expresivos en nuestra adoración. Esta experiencia interna y expresión externa de nuestra adoración no es un llamado al emocionalismo, sino un llamado a gustar de Dios y a ser transformado por Su imponente presencia.  —MW