Me encantan las listas.
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Pero hay una lista que algunas veces como que me molesta. Permíteme contarte acerca de ella, y captarás lo que quiero decir. Es una lista que veo con mucha frecuencia cuando los atletas cristianos están tratando de explicar cuán importante es Dios en sus vidas. Dicen «Sí, el béisbol solía ser lo más importante. Pero eso cambió después que vine a Jesús. Ahora Dios es el No. 1 en mi vida, seguido de mi familia, mi iglesia, y luego el béisbol».

Si bien eso suena bien, se me hace difícil aceptarlo. En primer lugar (mira, estoy haciendo una lista), si el gerente general del equipo que le está pagando a Joe Hombredetercerabase ocho millones de dólares para que intercepte y devuelva la pelota y haga un promedio de bateo de .285 viera esa cita, llamaría a Joe a su oficina más rápido de lo que una pelota rápida pudiera recorrer 185 metros. No suena mucho a un compromiso que el béisbol esté en cuarto lugar. Y además, si algo estuviera en cuarto lugar en tu vida, ¿por qué te perderías de lo que va tercero en tu lista durante seis meses para hacer lo que va en cuarto?

Pero la segunda y más importante razón por la que no me gusta este tipo de listado es que Dios lo abarca y lo cubre todo —Él no es simplemente No. 1. ¡Él es «Número Todo»!

Dios no es un punto a tachar en una lista. No honramos a Dios, lo tachamos de la lista, y luego avanzamos hacia el siguiente punto, diciendo «Hola, cariño, ya llegué». Dios es Dios de todo lo demás que esté en nuestra lista. Honramos a Dios sin reservas cuando Él está en el centro de nuestra vida familiar, en nuestra vida de iglesia, en nuestra actividad del béisbol, en nuestro trabajo, en nuestros momentos de recreación. Él es parte de nuestro tiempo cuando vemos televisión, cuando hacemos manualidades, uando jugamos al golf, y cuando tenemos que limpiar la cañería.  Él es el No. 1, y no hay nada más en la lista  —JDB