¿Qué le pasó a la persona que era tu mejor amigo o amiga cuando tenías diez años? Aquel con el que siempre te encontrabas al instante que llegabas al colegio. Aquel con el que siempre te sentabas en el comedor. La hora del recreo los encontraba a ambos en el mismo juego del momento, o en el mismo columpio o tobogán en el patio de juegos.

¿Y ahora? Es raro si todavía se mantienen en contacto. Lo más probable es que te hayas trasladado hacia otras amistades. Si habláramos en términos de ser los mejores amigos de por vida, has dejado de mantener el acuerdo vigente. Cuando tenías diez años y tu mejor amigo o amiga faltaba a la escuela, tu día quedaba arruinado, y viceversa. Ahora, te las arreglas bastante bien sin verlo o verla nunca más.

Cuando Dios establece una relación hace un pacto. Él le explica en detalle sus promesas a la otra persona. Y con Dios, esas promesas están garantizadas 100%.

En 1 Crónicas 17 Dios explicó en detalle lo que haría por David. Detalló una relación que duraría mucho más allá del equivalente a una amistad de la niñez. De hecho, las promesas de Dios al más grande de los reyes de Israel duraron mucho más allá del tiempo de David, aun cuando algunos de sus descendientes prefirieron andar con un grupo más rudo. Duró todo el tiempo hasta Jesús mismo. Ni siquiera David podía concebir cómo resultaría este pacto. A través de su madre y de su padre terrenal, Jesús pudo rastrear su linaje hasta llegar a David. El pacto de Dios significaba que el descendiente de David sería el Rey de reyes y el Señor de señores. ¡Asombroso!

Dios entra en un pacto similar con nosotros. Pero no vayas todavía a que te hagan un trono a tu medida. Él no promete que tú y tus nietos gobernarán el mundo, pero ha hecho un pacto fiel con nosotros. Promete que nunca nos dejará (Hebreos 13:5). Nos garantiza que nadie nos separará de Él (Juan 11:29). Cuando hay problemas, Él no nos echa a un lado y busca a otros amigos; se queda con nosotros (Isaías 41:10). ¡Ése es un Amigo fiel!

No te sientas demasiado mal por olvidar a ese amigo o amiga del cuarto curso. La mayoría de nosotros lo ha hecho. Sin embargo, pasa tiempo con Dios. ¡Él es un amigo demasiado cercano como para olvidarlo!  —JC