Cuando tenía 19 años, el experto financiero Warren Buffet, una de las personas más ricas del mundo, fue rechazado por la Universidad de Economía de Harvard. Después de salir mal en una entrevista de admisión, recuerda haber experimentado un «sentimiento de pavor» unido a la preocupación por la reacción de su padre ante la noticia. Buffet declara: «[Todo] lo que en ese momento pensé que era una situación aplastante para mi vida dio lugar a algo mejor».
Aunque ser rechazado es innegablemente doloroso, no debe impedir que llevemos a cabo lo que Dios desea que hagamos. Los ciudadanos del pueblo natal de Jesús negaban que Él fuera el Mesías (Juan 1:11), y más tarde, muchos de sus seguidores lo rechazaron (6:66). Así como el rechazo de Jesús era parte del plan de Dios para su Hijo (Isaías 53:3), lo mismo sucedió con su ministerio. Soportando el repudio terrenal y sabiendo que el Padre lo abandonaría en el Calvario (Mateo 27:46), Jesús siguió curando enfermos, echando fuera demonios y predicando la buena nueva a las multitudes. Antes de su crucifixión, declaró: «[Padre], he acabado la obra que me diste que hiciese» (Juan 17:4).
Si el rechazo se ha convertido en un obstáculo para la obra que Dios te ha encomendado, no te rindas. Recuerda que Jesucristo te entiende y que siempre recibe a aquellos que acuden a Él.