La familia Kennedy probablemente haya sido la más fotografiada en los Estados Unidos, y el finado Jacques Lowe fue su fotógrafo más favorecido. Muchas de las imágenes que captó están intrincadamente entretejidas con la historia de los Kennedy.

Lowe, quien murió en mayo de 2001, guardó los valiosos negativos de sus famosas fotografías con gran cuidado. Almacenados en la bóveda de seguridad incombustible de un banco, nunca permitió que nadie más ingresara en ella. Si alguna publicación de los medios de comunicación, algún museo, o cualquier otra organización quería copias, él iba y él mismo se hacía cargo.

Sin embargo, el día en que la tragedia golpeó a los Estados Unidos, la familia de Jacques Lowe estaba destrozada doblemente. Todos los negativos de Jacques Lowe seguían cerrados con llave en la bóveda de seguridad de un banco en el World Trade Center. El 11 de setiembre de 2001, las 40.000 imágenes, valoradas en más de $2 millones, se perdieron. Nadie podría haber imaginado que los tesoros de Lowe no estaban seguros.

En el Sermón del Monte, Jesús proclamó una nueva realidad, un nuevo orden, un nuevo tipo de tesoro. Estaba pintando un cuadro de cómo se vé cuando un poquito del cielo viene a la tierra, una imagen para ayudarnos a vivir ahora a la luz del día cuando Jesús ponga en orden todas las cosas. En esta mirada al futuro, el presente se transforma y hay grandes avances del reino de Dios en el tiempo y espacio humanos.

Es interestante que en medio de este discurso lleno de emoción, Jesús tratara de los aspectos del dinero y de la codicia. Nada como el dinero nos obliga a decir la verdad en cuanto a lo que creemos acerca de la convergencia de lo temporal y lo eterno. La manera en la cual gastamos y como damos muestra para qué estamos viviendo, y para quién estamos viviendo.

Absortos egoístamente por nuestras circunstancias presentes, podríamos pensar que nuestra falta de generosidad al reino de Dios es sólo cuestión de seguridad. Después de todo, sabemos lo que recibimos cuando usamos todos nuestros recursos en nosotros mismos . . . ahora.

Jesús sugiere lo contrario. La única inversión segura es la que se hace para propósitos del reino.  —WC